¡Veravinito! (parte II)

Ahora esto no se acaba aquí, existen producciones de vinos aún más exóticos que los más clásicos y conocidos ya mencionados. En la Región de Atacama nos encontramos con vinos producidos a más de 2000 msnm, pertenecientes a un grupo de productores del Proyecto Atacama Fértil, conocidos bajo el nombre de Ayllú. Esto nace casi como un experimento en el 2008. Comienzan con unas 200 parras plantadas en localidades como Toconao, San Pedro de Atacama (entre otros), y asesorados por profesionales lograron producir vinos de altura. En la actualidad las plantaciones crecieron a aproximadamente 22.000 parras con variedades como: Syrah, Malbec, Chardonnay, en donde la Moscatel por ejemplo, se ha destacado por ser uno de los más extremos de Chile por todo lo que lo rodea (altura, clima muy caluroso y seco, y el mismo hecho de tener parras en el desierto ya es toda una hazaña). Los vinos blancos de esta agrupación son definitivamente especiales; aquí no encontramos brisa marina, sino expresión pura del desierto, del suelo y de lo trágicamente hermoso y mágico que es el sector. Si se encuentran con un Ayllú en alguna exposición o tienda, ¡no dudes en probarlo!

Si miramos hacia el sur, el Valle del Malleco en la zona de la Araucanía, es quien se ha llevado las miradas con producción de vinos y sobre todo blancos.  Un grupo pequeño de viñedos nos deleitan con uno de los vinos blancos más elegantes del país como por ejemplo Chardonnay y Gewurztraminer, considerados los vinos blancos más australes de Chile.

Aprovechen de explorar el mundo de los blancos, olvídate de los mitos que el blanco da dolor de cabeza (no es porque es blanco, sino el alcohol), atrévete a probar diferentes variedades. Si bien en Chile la variedad blanca más plantada es Sauvignon Blanc seguida por Chardonnay, hay muchas más. Viognier es cada vez más fácil de encontrar con sus notas más florales, Moscatel, (uva clásica utilizada además en la producción del Pisco), Gewurtraminer, o qué me dicen de Chenin Blanc de Itata, Semillón de Maule, o blancos hechos de uvas tintas, como el maravilloso País blanco de J Bouchon.

¿Cómo elegir? Estamos parados en ese pasillo vinícola lleno de ofertas. Cada botella te mira con cara de “¡Llévame!”. Sabemos que el bolsillo y la ocasión son quienes deciden al final. Hazte un par de preguntas claves: ¿tinto o blanco?, luego define el estilo: ¿costero o más del interior? Acuérdate de las características de cada valle y ¡lee la etiqueta! No sólo elígela por ser linda o colorida, revisa su denominación de origen. Mientras más información trae, más específico es. Si la etiqueta sólo dice Valle Central, significa que la o las uvas son de diferentes lugares de la zona central, o sea puede ser un poco de Colchagua, un poco de Curicó, e incluso un poco de Maule.

¡Veravinito! (parte II)