Valle del Maule
Desde la cordillera al secano costero
Con más de 50 mil hectáreas plantadas, el Maule es la mayor región vitivinícola de Chile. Su diversidad climática y geográfica permiten el cultivo de gran variedad de cepas, desde vinos blancos muy frescos de las zonas cordilleranas hasta tintos con mucho carácter del secano interior y costero.
El secano del Maule es uno de los sectores que más caracterizan esta zona. Presenta un perfecto balance hídrico debido a las lluvias invernales, por lo que generalmente la vid crece sin riego. Esta característica hizo que fuera el lugar escogido por los primeros viticultores hace más de 400 años en la época de la colonia. Hoy estos viñedos, con sus raíces de siglos, son un patrimonio viviente.
Derek Mossman
Viñatero de Garage Wine Co.
Historia: La Reconquista
La tierra del Maule guarda una de las historias mágicas del mundo del vino chileno. Durante más de 400 años se ha cultivado vino en este sector, siendo conocido como el vino del pueblo, consumido en la zona y pocas veces exportado. Varias cepas, incluyendo Carignan, fueron olvidadas y abandonadas al azar de la naturaleza, alimentadas por la lluvia y el trabajo de labradores humildes.
Producto del terremoto del año 2010, que afectó con mucha fuerza la zona del Maule, un grupo de enólogos y viñas que investigaban la zona, se embarcaron en el desafío de manejar y vinificar dichas cepas en óptimas condiciones. En pocos años obtuvieron excelentes resultados de vinos con carácter e identidad, reconquistando las riquezas de estas tierras.
Los vinos del valle del Maule
Los jugosos vinos de cepa País, conocida en el campo como la “Uva Chilena”, provienen del secano costero y son hijos de esta tradición de parras viejas reconquistadas. Este es un vino auténtico, equilibrado y sutil. Tiene una finura que va conquistando el paladar e invita a tomar más de una copa.
El Carignan del Maule ha dado mucho que hablar. Este es un vino profundo y complejo con un perfil de sabor exótico dentro de los vinos chilenos. Su nariz es floral y especiada. En boca es redondo, amplio y persistente. Su acidez lo hace un gran compañero al momento de sentarse a la mesa.
El Sauvignon Blanc también guarda algo especial. La vid crece en las alturas de la cordillera maulina y se ve influenciada por los volcanes y el frío cordillerano. Dando como resultado un vino con carácter y personalidad, por sus notas cítricas y equilibrada acidez.
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