Un poquito de todo, cuatro valles para enamorar (parte II)
Colchagua
El segundo valle más plantado con parras a nivel nacional y uno de los más reconocidos tanto en casa como en el resto del planeta. Colchagua es un valle muy amplio, que no solamente abarca la parte calurosa del sector de Santa Cruz, sino que cubre además parte del sector costa con extensiones que salen al mar por el norte y el sur separados por una cadena de cerros costeros, haciéndolo un lugar muy versátil. En un principio habitaban chiquillanes en el valle, hasta que llegaron los españoles; y una vez que pasara todo el jaleo de la conquista, se plantaron las primeras parras con fines sacramentales.
Las variedades clásicas del valle son principalmente tintas, así tenemos Syrah, Carmenere, Malbec, Cabernet Sauvignon, un poco de Pinot Noir en la zona costera. El Petit Verdot y algunas variedades blancas como Viognier, Chardonnay y Sauvignon Blanc también son de la zona marina.
¿Qué esperar de un vino colchagüino? Por lo general, si solo dice Colchagüa en la etiqueta y es tinto, nos encontraremos con un vino de gran cuerpo, colores intensos y gran volumen en boca. Son vinos cálidos que gritan por acompañamiento de comida, y ojalá se decanten para calmarlos un poco antes de ser consumidos. Ahora, no todos son así, pero si gran parte de la producción.
Por eso lee bien de dónde provienen las uvas. Si solo dice Colchagua como en el caso del vino de la cajita, significa que pueden ser uvas de cualquier parte del valle. Hay etiquetas que son más específicas y te contarán si es de Lolol, Marchigue, Ninquen por ejemplo, o Apalta. Si te gustan los vinos con peso y carácter, querrás comenzar con este vino en marzo.
Maule
Maule me recuerda a campo, muy huasa, Chicha, Pipeño, Vino Asoleado y veranos descaradamente calurosos. Es el valle con la mayor producción de vino a nivel nacional y con mayor cantidad de parras plantadas. Fue aquí donde comenzó todo. Los españoles plantaron las primeras vides y con ese hecho, comienza la industria vitivinícola chilena. Durante muchos años había tendencia en elaborar vinos imitando el estilo francés, potenciando valles más conocidos como Maipo y Colchagua, quedando Maule con la imagen del productor de vinos a granel, el cual se exporta mayormente en containers sin embotellar aún. Sin embargo, hoy, con el rescate del patrimonio y especial atención a las parras centenarias ubicadas en la zona secana, Maule ha tenido un despertar, y la industria se ha volcado hacia ella potenciándola y rescatando a los pequeños productores, sobre todo, con vinos de tremenda calidad.
¿Qué esperar de un vino maulino? Piensa en dónde está el valle, Séptima Región, entre mar y cordillera y con diferencia de temperaturas radicales. Mucho calor, poca agua y veranos muy secos. Los vinos representan muy bien el lugar, entregando voluptuosidad marcado con buena acidez en boca. No son vinos cansadores, sino que más bien jugosos, con presencia de mucha fruta roja. Si bien la cajita trae un ensamblaje, las variedades que más dan que hablar hoy son País, y Carignan, además de una pequeña producción de Semillón y Chenin Blanc.
Esperamos que disfruten el viaje del sabor por estos cuatro valles y celebren el aburrimarzo que se viene con esta felicidad embotellada. Salú!