Temporada de Burbujas
Las etiquetas de espumantes se han multiplicado en los últimos años. aumentan los fanáticos de las burbujas y ya no están los festejos de fin de año como única excusa para descorchar una botella. El más versátil de todos los vinos, esa especie de fantasía efervescente que intensifica nuestros estados de felicidad, viene con más opciones que nunca.
Cuando llega la temporada estival, los espumantes adquieren una relevancia como en ninguna otra fecha en el año. ¿Quién no recuerda haber descorchado alguna botella de burbujas con los amigos o la familia en la terraza o en la playa?
En Chile se consumen unos 8 millones de litros de espumantes, lo que representa el 4% del volumen total de las ventas de vino. Como punto de comparación tenemos a los argentinos que consumen 47 millones de litros al año. Productores nacionales han estrenado nuevas etiquetas que buscan captar la atención de nuevos consumidores y bodegas clásicas como Miguel Torres y Morandé mantienen un buen nivel de calidad.
El aumento del consumo interno viene precedido de un fuerte incremento de la demanda en distintos mercados internacionales. Ya sea por moda o por tendencias, las buenas noticias motivan a beber más, cambiando los patrones de consumidores que incluso no tenían dentro de sus alternativas tomar una copa dentro o fuera de casa.
En forma paralela, bares y restaurantes agregaban nuevas etiquetas, que además se podían beber por copa. Eso gustó mucho. El reclamo venía por la poca oferta, pero de repente se transformó en el aperitivo más solicitado. El espumante es un perfecto “abreboca” para iniciar una comida, refresca, limpia el paladar y lo deja listo para los nuevos sabores.
En los últimos años el mercado de los espumantes ha tenido movimientos inusuales, pero interesantes. Tanto las importaciones como las exportaciones hablan de un mayor interés por descorchar burbujas. Los envíos al exterior crecieron un 80,5% entre 2009 y 2014 y la internación se cuadruplicó en el mismo periodo de USD 1,5 millón de dólares a USD 6,6 millones de dólares.
Un par de datos que también vale la pena rescatar: en 2014 los espumantes chilenos llegaron a 92 países, siendo el principal destino, Japón, luego Venezuela y en tercer lugar Inglaterra. Japón también, durante los primeros meses del 2015, incrementó su liderazgo, con un 52% de los envíos tanto en volumen como en valor.
Dentro de los tipos de espumantes el Brut es el de mayor aceptación, principalmente porque es más seco, con menor cantidad de azúcar residual. Y no estamos hablando de un tema de calorías, sino que la forma o el estilo de elaboración que se viene haciendo desde hace siglos en el origen de todo: Champagne.
Si antes tenían un espacio en el sector de los vinos, ahora los espumantes usan distintas góndolas en supermercados y tiendas. Francia, España y Argentina tienen una buena cantidad de etiquetas para elegir, pero son los productores nacionales los que se han preocupado de fortalecer y mejorar la oferta local. El método tradicional de segunda fermentación en botella se ha ido imponiendo poco a poco como requisito mínimo de calidad.
Uno de los emblemas de este nuevo panorama es Estelado, de la viña Miguel Torres. Estelado fue el primer espumante de cepa País que llegó a revolucionar el medio. La primera partida se embotelló en 2011 y de ahí no ha parado de “celebrar”. Al poco tiempo ya había sido elegido como el vino revelación del año y este 2015 El Celler de Can Roca, el mejor restaurante del mundo, lo incorporó dentro de su carta de vinos. Josep Roca, el sommelier a cargo, quedó cautivado por el espumante nacional, elaborado con uva País, la variedad más antigua de Chile.
Esto recién comienza. Tanto enólogos como crítica especializada coinciden en que nuestro país tiene un enorme potencial para crecer en este segmento, ofreciendo calidad y diversidad. Para los consumidores es necesaria más información en las etiquetas, de manera que puedan distinguir entre los métodos de elaboración y los tipos de espumantes.
Hoy se apuesta por el sur, como la zona de San Pablo, a pocos minutos de Osorno y otros en Itata o Biobío. Hay otros que ya llevan un par de años poniendo sus fichas en el norte, específicamente en Limarí, de donde vienen un par de buenos espumantes. En Casablanca está el grupo de productores más organizados, pero todos al final evidencian aquel auge de las burbujas, que no hacen más que confirmar que hay festejos para rato.