Sobre congrios y religión

Casi llegando a la costanera de Castro, en una bajada que nos recuerda a Valparaíso, existe el “Travesía”, chiquitito pero acogedor con un banquito afuera para fumar entre manjar y manjar.

La carta era del día. Nos ofrecieron sólo lo que habían podido conseguir ese día: chanchito, plateada y congrio, ¡ah! y ya no sirven Salmón por política, le hicieron la cruz a las salmoneras. Como era nuestro último día en el paraíso chilote, nos inclinamos obviamente por el congrio.

Después de un pancito muy hippie y unos sours de mate, suena hipster pero era rico, nos llegó una bomba de amor: cubierto de chanchito ahumado, champiñón y queso, yacía un tierno e increíble congrio sobre mote con queso azul. Casi nos desmayamos cuando lo probamos. Fue una experiencia religiosa, si este congrio tuviera su propia iglesia de seguro seríamos feligreses de ahí.

De postre pedimos tiramisú. Jamás pedimos esto, es una estafa que tenga café y tanta crema, pero este era de higos y estaba bueno, en serio. Y el helado de harina tostada es para volver corriendo a Chiloé sólo para sentirlo de nuevo, tan suave y tan gentil. Lo único fome: sólo tienen cerveza Kross que no nos gusta mucho.

Dirección: Eusebio Lillo 188, Castro, Chiloé.

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