Siempre es momento de chelas

Con la llegada del invierno y sus días más cortos, comienza la época predilecta de cervezas más “fuertes”, es decir, de cuerpo más potente junto a colores más oscuros y una graduación alcohólica más notoria. Tradicionalmente estas cervezas ayudaban a combatir el frío gracias a su alto poder embriagador que, acompañado de un cuerpo más denso, otorgaba sensación de saciedad, dado su valor calórico. Se dice que todos estos factores eran un aporte a la alimentación durante las grandes heladas, en que escaseaba la comida más tradicional, digamos. 

Puede que esto tenga más de mito que verdad y que sea una buena excusa para beber estas cervezas más <power> en invierno, pero toda excusa nos sirve pa’ beber chelita.  El frío no es impedimento para disfrutar de una espumosa, aunque quizás una Lager no apetece tanto por la fría temperatura a cero grados, pero muchas de estas cervezas más invernales se consumen a una temperatura entre 10 y 13 grados, aportando más calor que frío al cuerpo.

Dentro de los estilos más Ámbar y rojizos, ideales para esta época, están las Scotish Ale, cervezas rojas con menos amargor y una armoniosa sensación acaramelada. Y no podemos dejar fuera a las Brown Ale, representantes del estilo inglés con un tostado levemente mayor que en las Ámbar. 

En Alemania, país frío por excelencia, se pueden encontrar múltiples Bocks con distintos tonos, desde el marrón más intenso, como Helles bock o Maibocks, hasta algunas misteriosas y oscuras, como lo son las Doppelbock. 

Aún en Europa, pero por el lado más húmedo y clásico de Inglaterra, están las Oatmeal Stout, esas bien amigas de la avena, con notas tostadas y cuerpo cremoso. Una delicia. Ni hablar de su hermana mayor la Imperial Stout, con una graduación y cuerpo para llegar a la luna. Otro clásico del estilo inglés es el Barley Wine, o vino de cebada, llamado así por su similitud con el vino respecto a su graduación alcohólica. Esta cerveza confundida presenta un sabor más acaramelado con un amargor moderado que equilibra, a la perfección, su dulzor. 

En Bélgica podemos encontrar la Tripel, con su estilo engañador y juguetón. Se muestra como una cerveza rubia normal que, en aroma, explota aromas frutales y especiados, con cuerpo ligero y unos 9 grados, bastante notorios después de beber media copa. 

Un estilo hermano de la Tripel es la Quadrupel o Belgian Dark Strong Ale, parecida en su graduación alcohólica y facilidad de beber, pero de un color marrón que notas acarameladas y a fruta deshidratada.

De vuelta en América y los países fríos, toca hablar de Estados Unidos, con su reina: la Doble IPA, de aromas frutales y resinosos, alto amargor y mayor contenido de alcohol que la IPA regular. También resaltan sus American Strong Ale, cervezas bien variadas, desde las Imperial Red Ale, que son como unas Amber Ale potenciadas, hasta sus versiones de Barley Wine, más frutales y amargas que las inglesas.

Seguimos en el hemisferio norte y su blanca navidad, un ejemplo de invierno que todos crecimos viendo en televisión. Acá aparecen muchas cervezas elaboradas con especias similares a las que conforman preparaciones y ponches navideños. Algo así como nuestro pan de pascua y cola de mono, que en cerveza se traduce a las Christmas Beer o Noel, nombre gringo para el viejito pascuero. Estas cervezas elaboradas con canela, clavo de olor, jengibre, cardamomo, entre otras, reviven la sensación familiar y hogareña de las fiestas.

El frío y el encierro suelen invitar a comer y a cocinar un poco más, disfrutando de la comodidad de casa. Para esto las cervezas más fuertes son ideales a la hora de acompañar y disfrutar. 

Si bien es cierto que, por lo general, nos venden la chela con imágenes de trajes de baño, playa y fiesta, también apañan a momentos más abrigadito al lado de la estufa en un día de lluvia o encerrado con amigos jugando al juego de mesa o, por qué no, tapados en un sillón viendo series y tomando lentamente de una buena espumosa.



Siempre es momento de chelas