¿Por qué experimentar con nuevas variedades blancas?

Notas a flores, bocas más grasas y paladares más intensos. Las variedades blancas menos tradicionales tienen características únicas que no pasan inadvertidas y que son ideales para experimentar en estas épocas más frías. La consigna es explorar y reconocer, por ejemplo, al Riesling, la cepa alemana por excelencia que tiene aromas a alquitrán y en muchos casos evolucionan muy bien gracias a su alta acidez.

Los estilos van variando y recorren desde aquel ligero y seco, pasando por los más aromáticos y los dulces y licorosos. En alemán, por ejemplo, Gewürz significa especia, una buena indicación sobre la cepa que se encuentra en las dos orillas del Rhin, en Alsacia y en el sur de Alemania, así como en el norte de Italia y Austria.

Los vinos blancos, que acostumbramos a beber apenas salen al mercado, tienen un “lado b” que evoluciona, ganan en elegancia y profundidad. Se van aquellos sutiles aromas y aparecen elementos terciarios, menos concentrados, pero particularmente relacionados con los frutos secos.

Von Siebenthal, la bodega del valle del Aconcagua tiene un Viognier voluptuoso, que llena la boca con un gran cuerpo e intensidad aromática. No son muchos los productores de Viognier, pero la experiencia de probarlo genera un nuevo espectro olfativo y gustativo, ampliando los horizontes y las capacidades que tiene Chile como país productor de gran diversidad.

 

¿Por qué experimentar con nuevas variedades blancas?