Nuevo Mundo v/s Viejo Mundo

Para entender esta antigua división de los dos grandes bloques productores de vino en el mundo, hay que aclarar que el Nuevo Mundo corresponde a los países que elaboran vinos fuera de los márgenes europeos. Nos referimos a Argentina, Chile, Uruguay, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, entre otros, y que en algún momento de la historia recibieron la llegada de las vides a través de la colonización y de misiones evangelizadoras.

En el Viejo Mundo están los decanos de la vitivinicultura: Francia, España, Italia, Alemania, Grecia, Hungría y Austria, como los más visibles. Los países del Nuevo Mundo son observadores atentos desde hace más de un siglo de las tradiciones vitícolas europeas.

Las nuevas tradiciones vinícolas siempre han tenido un ojo puesto en Europa y han sabido aprovechar los conocimientos tradicionales, las modernizaciones y las técnicas de los procesos de elaboración del vino. Para el Nuevo Mundo los vinos importados siempre serán una referencia.

Lo que alguna vez se planteó como una división tajante entre tecnología y tradición, hoy vive procesos agitados donde es muy difícil circunscribir la realidad de un país bajo un solo concepto. Las miradas se han diversificado y muchos productores quieren hacer sus vinos con menos intervenciones, mientras que otras bodegas, sorteando algunas crisis económicas, han optado por crecer fuera de sus fronteras sobre la base de la estandarización de los procedimientos.

Desde la década de los ’80 los intercambios van en ambas direcciones. Los productores franceses, asombrados por la explosión de las ventas de vino del Nuevo Mundo, donde ellos mismos eran los dominadores habituales de los mercados, mandaron a sus hijos hacer prácticas en California y Australia. Las grandes empresas de Champagne se dedicaron a comprar tierras en otros países para plantar viñas. A pesar de esta nueva competencia el prestigio y la calidad de los vinos franceses sigue sirviendo de ejemplo.

Más allá de las diferencias o de las similitudes, hay algunos aspectos que sí son distintos y que están marcados por las normativas locales de cada región vitivinícola. Los vinos de los países productores del Viejo Mundo destacan por sus denominaciones de origen, ese lugar tan característico y único que los diferencia de otras producciones. En Francia, Italia o España, las etiquetas siempre hablan de un lugar y ese lugar está identificado con ciertas variedades de uva.

En cambio en los países del Nuevo Mundo, donde Chile es protagonista, las etiquetas son distinguidas por las cepas que están dentro de la botella. Nosotros hablamos de un Cabernet Sauvignon, un Merlot o una Garnacha. Muy recientemente nos hemos empezado a referir a valles específicos, como Itata o Limarí. El Nuevo y el Viejo Mundo has estrechado las fronteras, sin perder la propia identidad.

Nuevo Mundo v/s Viejo Mundo