¡Nos fuimos pa’ Colchagua! (parte I)

Cuesta levantarse temprano, la cama tienta, sobre todo cuando tienes libre. Pero hoy pasaré el día en Colchagua, uno de los valles vitivinícolas más visitados en Chile. Sólo pensar en salir de la capital, y pasar el día en el campo, me motiva a pararme y partir. El trayecto al valle es de aproximadamente 3 horas, incluyendo una parada para ir al baño y tomarse un café en un Pronto Copec. Al pasar Rancagua, ya el paisaje plástico cambia y se aprecian infinitos campos vigilados siempre por la imponente Cordillera de los Andes. Una vez al llegar al cruce de San Fernando, hay que tomar dirección Pichilemu y es ahí donde nace la Ruta de Vino.

¿Qué es la famosa Ruta del Vino?

La Ruta del Vino chileno se refiere a un conjunto de recorridos turísticos en valles vitivinícolas en donde por lo general se visitan viñedos.

En el año 1996 se crea un recorrido que agrupa hoy a 14 viñedos, los cuales se pueden visitar. ¿Es gratis visitar viñedos? No, ya casi nada es gratis en Chile, lo siento, hay que pagar. El precio generalmente incluye una visita guiada y una degustación de dos o más vinos, por ende sí que vale la pena. El fin de la Ruta del Vino es promover el turismo enológico y todo lo que lo rodea. Claro, uno no solo va a tomar vino ¡También hay que comer para aguantar todas las degustaciones!

Mi abuelita decía que años atrás ella andaba en el tren del vino, se tomaba una copa en él y la pasaba chancho. Hoy eso también se puede, lo contratas por internet y lo pasas picho caluga.  Pero otra idea mejor para recorrer el valle es contratar un conductor, porque en Chile queridos amigos, recuerden que es tolerancia cero. No se puede consumir alcohol y manejar, así que ¡No se arriesguen a multas ni accidentes!

Otra opción es sacar el deportista que llevas en tu interior, arrendar una bicicleta y recorrer a lo Tour de France el valle. Una experiencia hermosa, pero cansadora, sobre todo en verano cuando los 35 grados te hacen sudar todo lo comido y bailado.

Y si el presupuesto da para más, existe un sinfín de agencias de turismo que proveen servicios de transfer y visitas a viñedos incluidos en él. Sólo debes sentarte en la van y serás llevado a todas partes con un guía que te transmite todo el día su pasión por el vino.

Si salgo a las 7:00 de la mañana desde Santiago y si no me pilla ningún taco en el camino, ya sea por un piño de vacas o un camión volcado de sandías, debería estar a las 10:00 en Colchagua. Esa es la hora perfecta para unirse al primer tour en una viña. Si no quieren que el personal del viñedo los mire con cara de sorpresa, sobrepasado de pega o incluso cerrado (me ha pasado), por favor háganle un favor al turismo y agenden su visita de antemano, así los estarán esperando con alfombra roja.  

Las visitas en las viñas son similares, lo que cambia, además de los vinos que pruebas, es la arquitectura, la historia y el paisaje que lo rodea. Recomiendo ir en el primer tour disponible en la mañana, ya que el guía está fresquito, recién desayunado y tú también estás aún lúcido y atento.

¡Nos fuimos pa’ Colchagua!  (parte I)