¡No quiero un maldito Merlot!
Esta fue la frase que dijo el personaje de Paul Giamatti en la película Sideways (Entre Copas) basada en el libro del mismo nombre del autor Rex Pickett, aludiendo que lo único que quería tomar era Pinot Noir.
¿Qué hace tan especial a la variedad, que la venimos conociendo en Chile desde hace menos de 20 años? A decir verdad, el Pinot Noir es una de las cepas tintas más conocidas en el mundo, asociada a la Borgoña, en Francia, donde en general los vinos se reconocen por su denominación de origen y no por su nombre.
El conocimiento que tenemos sobre la cepa en nuestro país no supera los 20 años, cuando empieza el auge de los valles costeros, como Casablanca. Luego vendría Leyda y Limarí, lugares con un clima adecuado para la maduración de la cepa, aumentando el potencial de desarrollo y entregando vinos de calidad y tipicidad propias de la variedad.
El color del Pinot Noir es más ligero que el del resto de los vinos tintos y eso ya lo hace especial, distinto. Genéticamente posee menos antocianas (moléculas que dan el color al vino y que están presentes en las pieles).
Cuando se cultiva en valles más “fríos”, comparativamente hablando, donde crecen, por ejemplo, el Cabernet Sauvignon o el Carmenère, el Pinot Noir tiende a ser menos alcohólico y de acidez más alta, lo que lo hace un vino más fresco en el paladar. Un buen manejo en el viñedo, con rendimientos equilibrados y adecuada crianza en la bodega, convierten al Pinot en un tinto elegante y gastronómico.
No deja de ser curioso que uno de los vinos más apetecidos y caros del mundo sea un Pinot Noir de la Borgoña: el famoso Romanée Conti de la bodega del mismo nombre Domaine de la Romanée-Conti que puede llegar a costar unos USD 14 mil la botella.
En el final de Entre Copas, el personaje de Giamatti, llamado Miles, descorcha el vino más preciado de su cava personal: un Chateaux Cheval Blanc, de Burdeos, una mezcla de Merlot y Cabernet Franc. ¡Irónico!
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