Los nuevos corchos
El corcho es uno de los insumos más importantes en el mundo del vino. Su función es clave, ya que permite aislar el vino dentro la botella del contacto con el aire. El corcho proviene de la corteza del alcornoque, un árbol muy longevo cuyos principales productores del mundo son Portugal y España, seguidos de Marruecos, Argelia, Italia, Francia y Túnez.
La extracción se realiza en el árbol cada 9 años aproximadamente, haciéndose la primera alrededor de sus 30 años de vida. Se estima que el monje francés descubridor del Champagne, Dom Pérignon, fue quién utilizó por primera vez el corcho como tapón (alrededor de 1760), luego de experimentar con diferentes materiales que fuesen capaces de soportar la gran presión que se creaba dentro las botellas.
El corcho, sin embargo, es también foco de una de las contaminaciones más habituales en el vino. Cuando decimos que un vino está acorchado, es porque tiene aromas mohosos, como a cartón mojado. Es un defecto que no tiene vuelta atrás. En términos técnicos se le conoce como TCA y son compuestos químicos detectables por el olfato humano incluso en cantidades minúsculas.
La contaminación invade la botella y lamentablemente no se puede recuperar. El problema es mayor cuando se ha esperado muchos años la evolución de un vino y la inversión ha sido alta. Ni la bodega, ni eventualmente la tienda de vinos se hace responsable.
Más importante aún que la elección de una botella, es poder contar con un buen corcho que garantice que el vino se mantendrá en buenas condiciones el tiempo que sea necesario. La preservación y conservación del vino ha sido históricamente un tema no solo para la industria, sino que también para el consumidor. Los tapones sintéticos y las tapas rosca o screw cap ganan adeptos, pero muchos dicen que son una buena solución sobre todo para los vinos de consumo más inmediato. Actualmente cerca del 50% del vino que se exporta sale con este tipo de cierre.
Solucionado una parte del problema, faltaba un producto que le diera más seguridad a las botellas de alta gama, digamos que desde los tintos gran reserva, pasando por algunos Chardonnay y todos los grandes vinos que encontramos en el mercado. Así fue como surgió Diam Bouchage una empresa francesa que ideó un corcho sintético manteniendo algunas de las características naturales de su antecesor.
Hoy todos los enólogos hablan de Diam y Diam después de más de 10 años de estudio se fabrica con harina de corcho inerte, una emulsión de cera de abejas y un aglomerante compuesto por polioles 100% vegetales. Su tecnología permite extraer 150 moléculas que causan desviaciones organolépticas (las que tienen que ver con aromas y sabores), entre ellas el molesto TCA que les comentábamos, responsable del gusto a corcho. Así Diam se conoce como el guardián de los aromas.