Hace unas semanas nos llegó un regalo, una caja grande, misteriosa, con colores chillones. Cuando la abrimos casi se nos cae el pelo: había de todo para hacerse una hamburguesa de lujo.

Nos temblaban las manos, nuestra frente transpiraba, íbamos sacando de a poco el cheddar, los pepinillos, los suaves panecillos, la cebolla, la salsa secreta amarilla y las exquisitas hamburguesas. Era el mejor “Hágalo usted mismo” de la historia.

Seguimos las instrucciones al pie de la letra. Primero desenrollar el papel para poner la hamburguesa. La puesta en escena tenía que ser muy in-n-out. Luego, calentamos un sartén, pusimos la cebolla y en otro la hamburguesa hasta que empezó a tirar jugo y la dimos vuelta para poner la doble capa de queso. Tuvimos que abrir una Stella Artois para tolerar esta situación.

Cuando el queso ya empezaba a derretirse, agarramos el pancito, lo enmantequillamos un poquito por todos lados y lo pusimos en otro sartén. Cuando ya estaba todo dispuesto, pusimos el pan encima del papel y comenzamos la obra de arte. Cada ingrediente en el orden que nos dijo la caja de Doble Queso. Posteriormente descubrimos que siempre hay que hacerles caso a ellos.

La primera mordida fue extremadamente romántica y pensamos que desfalleceríamos de placer: la carne soltó un chorro (suena grotesco pero ya estamos en esto) de sangre.

Invitamos a algunos amigos a comerlas también (vienen 10) pero las que sobraron las comimos al desayuno y almuerzo del otro día, porque sí. Son como el crack de adictivas. Sin duda es una de las mejores hamburguesas que hemos probado en Chile.

La caja de 10 cuesta $25.000 (con tocino $30.000)

 www.doblequeso.com

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