La vendimia en tiempos difíciles

Las vendimias más allá de la pandemia by HelloHello

Una particular nueva realidad, nos ha llevado a cambiar nuestro estilo de vida y hábitos.  Nos hemos ido adaptando a ella con lo bueno y malo que conlleva. Como amantes del vino, quisimos echar una mirada a lo que ha pasado en los últimos doce meses en la industria del vino chileno en términos generales. Así que los invitamos a servir una copita, y a leer nuestro reportaje dedicado a todos aquellos que de alguna u otra manera se ven relacionado con este hermoso universo del vino.

Una vendimia diferente a lo acostumbrado

Normalmente a estas alturas del año nos encontraríamos planificando asistir a alguna de las fiestas que celebran la vendimia. Hay varias opciones organizadas en diferentes ciudades, y no se han acabado, solo que están en receso por ahora. Las más conocidas a nivel nacional, son las que se organizan en Curicó (fama de ser la mejor por su extensa duración, invitados musicales y actividades), fiesta de Santa Cruz en Colchagua (que es más familiar), y la de Casablanca (donde predomina el vino blanco y espumantes), entre otras. Cada vez se ven más entusiastas que frecuentan estas celebraciones, en donde el público nacional se da un relajo y tiene el placer de probar todo lo nuevo de las viñas junto el disfrute de la gastronomía local típica. A raíz de la organización de las bodegas en diferentes regiones y sus respectivos municipios, hay cada vez más fiestas en diferentes localidades, podemos destacar por ejemplo la fiesta del vino en San Javier en la Región del Maule, que solo lleva una edición (2019), y les fue muy bien. 

Estas celebraciones de la vendimia por lo general duran desde 2 hasta 4 días y además de probar vinos y pasarlo bien, la idea es reencantar al público chileno con el consumo del vino, que por si no lo sabían, nuestro consumo es todavía bastante bajo, considerando que somos uno de los países con mayor producción y exportación a nivel mundial.  En Chile aún predomina la bebida gaseosa en la mesa a la hora del almuerzo en vez de una copa de vino para acompañar la comida, y falta desarrollar todavía más la educación de consumo de alcoholes de manera sana y responsable.

¿Qué pasó con la llegada del COVID 19?

A nivel enoturístico (turismo del vino), a priori Covid, las viñas eran visitadas mayormente por un público extranjero, vale decir, personas de vacaciones en Chile, predominando turistas provenientes de Brasil, seguidos por turistas de Estados Unidos, y europeos. Los chilenos brillaban por su ausencia, y preferían salir del país en época de vacaciones. Hoy se dio vuelta la estadística, y lo que tanto se esperaba, está sucediendo, al fin los chilenos están visitando bodegas y para darle un toque más de escape de la ciudad, muchos optan por pernoctar en los viñedos que cuentan con alojamiento. Las tarifas han bajado para captar público, y hay un protocolo serio y controlado de higiene para todas las personas. Las visitas turísticas a viñedos han caído aproximadamente en un 50% o más, y con la reactivación progresiva de las actividades, se ha podido ver un aumento de un público nacional, primerizo y curioso, lo cual es muy positivo dentro de todo lo que está sucediendo.      

Hoy nuestras actividades y viajes se ven saboteados por este virus, y debemos seguir las reglas de acuerdo con el tipo de fase en la cual se encuentra la comuna en donde vivimos y que queremos visitar, por ende la gente opta por escapadas más cercanas y nacionales. Para muchos, descubriendo por primera vez lugares entretenidos como los viñedos, muy lindos por lo demás, que quizás ni sabían que estaban, creándose así una revalorización del patrimonio nacional tomando vinito.

 

¿Qué pasó con las ventas?

Dependiendo de la dimensión del viñedo y la modalidad que usaban antes de la pandemia, fue el impacto económico de ellas. Por ejemplo, aquellos que tenían o implementaron rápidamente un canal de comercio online, mantuvieron, e incluso incrementaron sus ventas. Cuando inicia la pandemia y el pánico colectivo en marzo del 2020, la gente comenzó a abastecerse no solo de papel higiénico, sino también de alcohol etílico, en donde el vino fue el rey del encierro, por su rica capacidad de relajar, acompañar comidas y poder guardar incluso una botella por un par de días sin necesariamente carretear.  Los números fueron positivos para las grandes bodegas, en donde si bien el comercio exterior se vio afectado al principio por la detención del mercado, hoy celebran cifras azules. Por otro lado, la realidad de las bodegas que tenían un flujo de ventas importantes in situ, como en la sala de ventas de la viña, donde el visitante compraba directo, penosamente fueron afectados, y no solo las ventas, sino también todo el equipo humano que trabaja en el departamento de turismo de estas. Los viñateros más pequeñitos, que no cuentan con un gran desarrollo de sus redes sociales y canales de distribución, se vieron perjudicados debido al encierro y poca accesibilidad a sus clientes. Han tenido que eliminar intermediarios quienes vendían sus vinos a clientes y así con ello se estancó la venta. 

Vendimia durante pandemia

Desde el inicio de la pandemia se ha reducido el personal al mínimo en las viñas. Para evitar contagios, existe un control y cuidado de los trabajadores en bodega y en el campo con un protocolo riguroso. Se evitan aglomeraciones en los viñedos en donde cosechan manualmente. Aquellos que cosechan con máquinas, es más fácil, debido a que es un trabajo en solitario. El problema de trabajar con grandes grupos de personas, como lo es la agricultura en general en Chile, es que ellos por lo general se desempeñan en diferentes campos cosechando no solo uvas, sino que todo tipo de fruta, y verduras.  A diferencia de otros años, el control del equipo ha sido más riguroso y reducido para evitar contagios.

Sommeliers  

Para los sommeliers (profesionales dedicados al servicio y comercialización del vino), el impacto es complicado, primero porque la mayoría de los eventos se han cancelado. Los eventos actúan como una plataforma de interacción entre el cliente y el consumidor, en donde el sommelier es capaz de transportar a la persona que prueba el vino al lugar en donde crecen las uvas, y contar la historia con pasión. Se genera un acercamiento al producto y es más personalizado. Los restaurantes están con aforo controlado, sumado a la reducción de personal; por ahora ya no se busca la conversación entre el sommelier y el cliente en la mesa por protocolo Covid. Lo bueno dentro de todo, es que se han creado eventos virtuales, en donde se dan instancias en vivo para que la gente pueda interactuar con su anfitrión, ya sea con un sommelier, algún enólogo, dueño de la bodega, etc. Esto lo hacen a través de un live por Instagram por ejemplo, alguna cata de vinos organizada, y otras actividades, que permiten quedarse en casa relajado y seguir disfrutando de los vinos que tanto nos apasionan.

No dejemos que esta etapa tan bonita de la vendimia pase sin pena ni gloria por lo que está sucediendo, y honremos a todos los que están trabajando a toda máquina en los campos y bodegas para sacar la cosecha y una nueva producción de vino adelante…¡SALÚ por eso!

 

La vendimia en tiempos difíciles