El mercadito del amor

En la costanera de castro, entre las ferias, chalecos, cocinerías, bichos marinos ahumados, chapulines de lana y atados de cochayuyo, podemos encontrarnos con un inolvidable restaurante que está lleno de cosas locas colgadas por todos lados, muchos colores y manjares que quedarán prendados en tu corazón.

Partamos por esto: El Mercadito, así se llama al igual que varios locales chilotes. No cocina nada que no sea de la región. La carta, que cambia cada estación respetando los ciclos de cosechas y producción de la isla, está plagada de pulpos, machas, merluzas, choritos, y muchos más mariscos y pescados, y todo es impactantemente rico.

Una escalera forrada en red de pescador para no sacarse la madre cuando llueve, conduce a este imperio de los manjares chilotes. Se entra por una puertita que avisa su apertura tocando las cuerdas de una guitarra que está colgando sobre la puerta, emitiendo un celestial sonido para avisar tu presencia. La gente adentro te trata como familia, te dan pancito con salsas para la espera, así tu corazón se empieza a llenar y listo para volver.

Partimos por un pulpo a la parrilla más blando que la voluntad, un pulpo Kraken, tan grande que si te lo topas bañándote te da un infarto. Este ser venía con papitas chilotas al horno, la combinación es una de las mejores que hemos probado. Luego vino una tina con machas a la parmesana, merluza con puré de habas y arvejas -para desmayarse- y lo que realmente terminó de destripar nuestro corazón y dejarlo en la cocina del lugar: plateada con papa rellena de queso y chancho ahumado.

Estamos convencidos de que este es por lejos uno de los mejores restaurantes de todo Chile, y que uno sale pensando que en el mundo no está todo perdido y cree en el amor.

El mercadito del amor