El mágico viaje secano y sus vinos espaciales (parte II)
Durante todo el trayecto en secano, es posible encontrarse con una oferta comestible abundante. Muchos vecinos venden miel, vino, chicha, pan amasado y frutas de la estación. Apenas se ven los cartelitos escritos a mano en un cartón o tablero, un clásico del lugar y joyitas gastronómicas que poco se ve en la capital.
Para conocer un estilo de vino en particular único en Chile, que solo se hace en Maule, no debes dejar de ir a la viña Erasmo y probar el famoso Asoleado. Fue uno de los primeros vinos en Chile en ser reconocido con Denominación de Origen en 1953. El Asoleado es un vino elaborado a partir de uvas parcialmente deshidratadas. Para lograr esto, una vez cosechadas, se cuelgan en tenderos, justo abajo del techo, de los corredores coloniales de la casona de la viña. Los racimos al estar expuestos al aire tibio otoñal, pierden agua y queda azúcar concentrada en los granos. Es un espectáculo ver el paisaje y un festín para las avispas o “chaquetas amarillas” como le dicen en el campo. Si logras sacar una uva para probar sin que te piquen, el sabor sería casi como comer pasas, pero con líquido. El vino final es un manjar de los dioses, casi como néctar en boca, se siente el alcohol y es muy agradable, un placer en el paladar que perdura por horas. Don César Opazo es quien está a cargo del viñedo y bodega, además de recibirte como si fueras de la familia, explica con pasión el arte de hacer este vino tan especial y la historia del lugar. Es difícil expresar de qué se trata la experiencia ya que es impredecible…Nunca sabes si terminas a orillas del río cantando al son de la guitarra probando un Bonarda o un fresco Rosé Mourvedre.
La bodega queda apartada de todo, en el corazón de Caliboro en el medio de la nada. Esta viña pertenece a un Conde italiano, Don Franchesco Marone Cinzano, quien se encuentra en Chile y si tienes suerte puedes conocerlo en persona en una visita guiada por el mismo.
Si regresas por la Ruta de los Conquistadores hacia San Javier, no dejes de visitar la Cooperativa de Loncomilla, una agrupación de productores de vino que existe desde 1959 y hoy compuesta por unos 100 miembros. Ellos comercializan y procesan las uvas de la zona para elaborar vino u otros productos asociados. La cooperativa es certificada como Comercio Justo y es apoyada en sus labores por organismos como CORFO e Indap. Es un lugar donde encontrarás una interesante selección de tipos de vinos. Cada botella con una historia de por medio, puedes encontrar estilos clásicos, asoleado, espumantes y mucho País, una de las grandes representantes del valle.
Otra cosa muy, pero muy importante, porque no nos saquemos la suerte entre gitanos, los que somos buenos pal vino, somos buenos pal diente, por eso es muy probable que el hambre se interponga en tu día secano, pero no te preocupes, justo a continuación del puente Loncomilla está el restaurante “Las Brisas”, una de las mejores picás del sector. Este mágico lugar tiene un chancho en piedra con tortilla de rescoldo y pejerrey a la plancha que te calmará y hará feliz durante una semana entera recordando su sabor.
Loncomilla es así, y si estás buscando algo “out of the box” y quieres salir de los valles más tradicionales como Maipo, Casablanca o Colchagua; planifica tu viaje, y prepárate para entrar a uno de los lugares más áridos para la vid. De a poco se están organizando más eventos, como lo fue hace poco en pleno centro de San Javier, la Fiesta del Vino Patrimonial. Una celebración en vendimia donde, además de premiar a pequeños productores, se invita a la comunidad a probar el producto local con folcloristas, expositores y si te animas, ¡con un pie de cueca también! ¡Anímate y visita Maule! No digas que no te avisamos. Salú!