Decantando un vino

Popularmente se dice que los vinos hay que dejarlos “respirar” un tiempo antes del servicio, o también se dice “airearlos”. Decantar consiste en trasvasijar el volumen del vino completamente desde su botella a otro recipiente, que los hay de variadas formas y tamaños.

Lo primero que hay que tener claro es que no todas las cepas se decantan. Si generalizamos podemos decir que los blancos no se decantan y los tintos sí, con algunas excepciones para ambos casos. Dentro de los tintos hemos hablado y aprendido que existen distintas cepas y estilos. Dependiendo de esas características, de la cosecha e incluso la denominación de origen, se recomienda decantar.

Los vinos se decantan entre 30 minutos y hasta tres horas, en algunos casos. La decantación, la mayoría de las veces, mejora las características aromáticas y sensoriales del vino, gracias al contacto entre sus componentes y el oxígeno. Piénsenlo de la siguiente manera: el vino que consumimos ha estado, al menos, un año en ausencia de oxígeno. Al mezclarse con él, sus compuestos vuelven a un estado de equilibrio. El vino tiene “vida” dentro de su botella, ya que aunque se envase con ínfimas proporciones de oxígeno, siempre habrá ciertos grados de evolución a lo largo del tiempo.

En mis viajes degustando vinos de distintas partes del mundo, he descubierto que decantar algunas botellas caras o de viejas cosechas, puede llegar a ser un ejercicio equivocado. Lo mejor es trasvasijarlos y consumirlos de inmediato. Para vinos de 1 a 10 años de edad los invito a probar su decantación. Se sorprenderán lo que es el vino antes y después de esa media hora o incluso 20 minutos después de haberlo descorchado.

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