Cuando guardar es sinónimo de madurez y evolución
¿Cuándo guardar una botella de vino? ¿Qué vino? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿En qué condiciones? Muchas preguntas que nos hacemos cuando nos regalan o compramos una botella y queremos guardarla como “hueso santo”.
Lo primero que hay que tener claro es que no todos los vinos se guardan y no todos mejoran con los años como solíamos creer hace algún tiempo.
Por variedad, los vinos blancos (no todos) suelen durar menos en botella que los vinos tintos. Por ejemplo, un Sauvignon Blanc chileno es preferible que se tome del año, para disfrutar su frescura y aromas. Los vinos tintos pueden durar más tiempo en botella, siempre y cuando la guarda de estos sea apropiada. Esto se debe a los polifenoles que posee el vino tinto y sus capacidades antioxidantes (el oxígeno es el responsable del envejecimiento del vino).
Más que casarse o hablar de cepas hay que tener en cuenta que no hay reglas generales con respecto a qué cepa envejece mejor que otra. Hay que considerar que lo que más influye es el lugar de origen, cómo se vinificó, cuándo se cosechó (temprano o tarde) y el año.
Un vino con una crianza larga en barrica (12-15 meses y hasta 20 en algunos casos) puede envejecer mejor en botella, llegando a los 10 años. Por lo general, son vinos de precios altos (20 mil pesos hacia arriba), cuyo origen es un terroir único.
Las condiciones ideales para guardar un vino son las siguientes:
Temperatura: Entre 10 a 15o C. Es el aspecto más importante de todos.
Humedad: Entre 60% y 80%. Ideal para mantener calidad del corcho.
Luminosidad: lugar oscuro.