Cosecha 2017: calor, pocos kilos y buena calidad global
La cosecha 2017 fue una cosecha muy difícil en muchos ámbitos pero al mismo tiempo muy buena en calidad. Difícil por que tuvimos los peores incendios de los que se tengan registro, desde el Valle del Maipo hasta el Maule.
Por otro lado fue una temporada de primavera y verano caluroso, marcada por las altas temperaturas, adelantando la cosecha hasta tres semanas en algunos casos. ¿Por qué esto? Porque al hacer más calor las uvas maduran más rápido y se produce azúcar más rápido. Los ácidos, por el contrario, bajan. Cuando tenemos mucha azúcar, hay mayor transformación a alcohol y menos acidez natural en el vino.
La cosecha 2017 también trajo bajos rendimientos. Las parras produjeron entre un 10% a un 15% menos de uva, siendo optimistas en algunas variedades. Esto viene determinado dos temporadas antes. Con un buen nivel de luz y temperatura, hay buena fertilidad (brotes, hojas y racimos). La temporada 2015/2016 presentó baja fertilidad de yemas. Recuerden que la primavera 2015 y el verano 2016 fueron relativamente fríos y nublados. De hecho fue un año donde afectó el fenómeno del niño, con lluvias en el mes de abril.
Después de la poca fertilidad inicial, las etapas de floración y cuaja fueron incididas por buenas temperaturas. El que cosechó temprano sin sobre madurar o sin quemar los racimos, que pueden verse afectados por alzas bruscas de temperaturas y una mayor exposición a la radiación solar, pudo haber obtenido muy buenos resultados de calidad, por mejor concentración de aromas, sabores, color y taninos. El rendimiento afectó a los productores que sacaron menor cantidad de kilogramos potenciales para la venta y eso obviamente incide en el bolsillo del empresario.
Lee todas las columnas del enólogo Matías Cruzat en este link