Coleccionistas de vinos
Muchos dicen que la pasión por el vino dura toda la vida y especialmente para aquellos que la transforman en un hobby comprando y guardando botellas. Cada vez es más común ver cavas en casas y departamentos. Algunos han transformado espacios para guardar más de mil botellas, mientras que otros con gustos muy definidos adquieren etiquetas que se han transformado en auténticas joyas de la enología.
Aldo Bertrán
Enólogo de profesión desde hace 25 años. Tiene una colección de 4 mil botellas de 25 países en el subterráneo de su casa, que la verdad fue ideada más como un bar-bodega para juntarse con los amigos.
Aldo Bertrán tiene un pequeño búnker en su casa de Chicureo. Ahí reposa su gran colección de vinos que redondea en unas 4 mil botellas. Las estanterías están repletas de botellas y Aldo no se cansa de mostrar rarezas, como un vino de Mongolia y otras cosas diferentes de Serbia o Montenegro elaboradas con variedades milenarias. “Esta profesión me ha permitido viajar mucho y gracias a eso mantengo este hobby”.
En las repisas hay principalmente vinos chilenos y argentinos. “Según mis cálculos el 35% son botellas de Chile, un 30% de Argentina y un 35% de otros 23 países, pero todo eso va rotando porque voy abriendo vinos y compartiendo con otros amigos”.
Bertrán me comenta que había estado hace poco con otros dos enólogos: Francisco Baettig (Errázuriz) y Marcelo Retamal (De Martino). “En buen chileno, me hicieron daño” cuenta Bertrán entre risas. “Me descorcharon botellas que no sabía que tenía, como del Priorat y el Duero, denominaciones de origen en España y Toscana en Italia. A veces le pierdo la pista a muchos vinos que me he traído cuando viajo”.
Pero Bertrán lo disfruta. Sigue viajando y comprando vinos. “Soy gerente-socio de una tonelería y en cada viaje a visitar clientes traigo nuevas botellas”. Mientras conversamos descorcha una botella de Odisea, el vino de la casa para los asados con los amigos, como el mismo lo define. Una mezcla que tiene principalmente Syrah y Carmenère. “Como buen tonelero (fabrica y recupera barricas) me gusta la presencia de la madera en los vinos. Bien usada resalta sus características”.
En un rincón especial tiene los vinos que más le gustan y aprecia: me muestra botellas de KAI (un tinto de Errázuriz), Carmín de Peumo (Carmenère premium de Concha y Toro) y la Joya de Bisquertt. De los productores pequeños destaca Ed Flaherty y Garage Wine.
Carlos Wong
Borgoña y Loire son sus regiones favoritas y por consiguiente el Pinot Noir, el Cabernet Franc y el Chenin Blanc. En la bodega de su casa guarda aproximadamente 600 botellas, la gran mayoría de vinos extranjeros.
La historia, dice Carlos Wong, neuroradiólogo de especialidad, comenzó de varias formas por allá por el año 2000. “Un tío me regaló una botella de un Cabernet Sauvignon Reserve Prestige de la viña Casas del Toqui y paralelamente unos compañeros me invitaron a una cata en la que había que ponerse con plata para comprar un Domus Aurea, que en aquellos tiempos costaba 20 mil pesos. Una locura de 4 estudiantes”.
De ahí en adelante mientras podía compraba otros vinos y comenzó armar una pequeña cava, la que hoy es parte de su gran pasión por los vinos. En sus refrigeradores climatizados hay etiquetas de la mayoría de las regiones francesas productoras, además de Italia, Grecia, Chile y Nueva Zelanda.
“Durante algunos años quería tener los vinos que publicada la revista Wine Spectator. Veía los puntajes y pensaba que todas esas eran muy buenas botellas. Hasta que conocí a Álvaro Yáñez, un fotógrafo chileno que vive en París y que me mostró los vinos naturales. Ahí mi gusto dio un giro importante y comencé a traerme muchos vinos franceses. Pude conocer Borgoña, Loire, Beaujolais y otras interesantes denominaciones de origen que te amplían tu visión del vino”.
Carlos plantó su propio viñedo en una parcela que se compró en Casablanca. Poco menos de una hectárea entre Chardonnay y Pinot Noir. Este 2017 fue su primera cosecha y espera ver resultados a fin de año. “Todavía no tengo claro el nombre, pero no será algo común”. Carlos también formó junto con otros 4 amigos Colectivo Mutante y el 2016 lanzaron su primer vino: un Pedro Ximenez fresco y fácil de beber. Uno de los blancos más comentados de este verano.
Elena Dressel
La editora y conductora de Tele13Radio es más que una aficionada al vino. Su padre tenía una cava subterránea en la casa y siempre subía alguna botella para probar. A los 17 años se atrevió con su primera copa.
Para la periodista Elena Dressel, la cultura del vino es parte de su ADN. En su familia siempre se tomó y valoró mucho el buen vino. “Tomo vino al menos 3 o 4 veces por semana”, comenta entusiasmada. “Le dedico tiempo a mis botellas que guardo en una cava. Los ordeno por cepa. Tengo botellas especiales, como un Château Latour 2010, uno de los premier grand cru de Burdeos”.
Elena tiene dos cavas: un mueble que se hizo especialmente para las botellas cuando remodeló su casa y otra Electrolux (cavas con control de temperatura) que utiliza principalmente para mantener los vinos de cepas blancas. “No los dejo demasiado tiempo en guarda, porque me gusta descorchar en alguna comida especial con pocos y buenos amigos”.
Cuando le preguntamos por alguna preferencia específica, en cuanto a valle, no dudó en mencionar a Colchagua para los tintos y Casablanca para las variedades blancas. Sus últimas experiencias con vinos del Valle del Malleco la sorprendieron gratamente. “Eso me demuestra que Chile tiene un potencial enorme y que hay muchas cosas nuevas por probar aún”.
Elena cuenta, además, que hace 5 años es embajadora de la viña Montes. “Sus vinos son de una calidad constante e indudable. Con ellos he aprendido a tomar cada vez mejor vino. Tengo diferentes cepas y etiquetas guardadas en mis cavas”. Su pasión la llevó incluso a realizar el nivel uno del curso de cata y conocimiento en The Wine School, estudios que aprobó y que lo certifica la sede de la academia en el Reino Unido.
“Tengo la suerte de estar rodeada de gente muy asidua al vino, al buen vivir y al consumo responsable. Por eso las botellas más caras que he comprado han sido para regalos. Lo máximo que he gastado en un vino son 100 mil pesos aproximadamente y disfruto mucho porque sé que la persona que lo recibe lo aprecia tanto como yo”.
Kurt Schmidt
El chef y fundador del restaurant 99 prefiere los vinos de pequeños productores antes que las grandes viñas. “No es una discriminación deliberada, pero los platos de la carta se llevan mejor con ese tipo de vinos”.
Kurt no tiene más que su gato, una cama y un refrigerador donde guarda carne para hacer asados con los amigos, según el mismo nos relata, cuando le preguntamos si tenía cava en su casa. “Los vinos están en el restaurant. Ahí pruebo y me llegan muchos regalos que voy guardando”.
El chef de uno de los mejores restaurantes de la capital dice que hace unos 5 años se reencontró con el vino. Antes creía que todo lo que le imponían era bueno, como le pasa al 99% de las personas, afirma. “Ahora soy como el Judas de las viñas. No tengo preferencia por ninguna marca y me han venido a ofrecer mucha plata de varias viñas para que las incorpore a la carta y les he dicho que no”.
Para Kurt, la carta de vinos del 99 es como su colección: “se ha ido armando con los vinos que yo creo que generan placer, esos que huelen a la tierra de donde vienen o se siente la brisa del mar. Eso les da identidad, con muy pocas dosis de intervención. Hay cosas muy interesantes como el Pinot Noir de Cruchon, un vino que hacen unos franceses cerca de Osorno”.
Se vienen novedades para este año, como el vino propio del 99, cuenta Kurt. Aunque no está confirmado 100%, es muy probable que sea un País que elaborará el productor francés avecindado en Chile, Louis-Antoine Luyt. “Será el vino de la casa y quien quiera podrá comprarlo. Es un tema que le venía dando vueltas hace rato y creo que la gente valora eso”.
La sommelier Macarena Lladser, una amante de los vinos naturales y de las pequeñas producciones, es una colaboradora habitual de la carta de vinos del 99. “Con ella nos hemos alineado bastante bien en los vinos y el tipo de cocina que queremos. Nuestra carta de vinos, es una joyita de colección, que cambia y evoluciona en la medida que van apareciendo nuevas e interesantes botellas”.