Chile, país de vinos.

Acorde a la Organización Internacional del Vino (OIV), en el año 2021, Chile se posiciona como uno de los mayores productores de vinos en Latinoamérica. Con un incremento no menor del 30% respecto al año anterior, y un poco más de 13 mil millones de hectolitros de vino producido, se registra el mayor volumen de producción vinícola en los últimos 20 años, dato impactante y feliz para todos los amantes del vino. Gracias al cambio climático, sumado a una buena cosecha, hay una gran prosperidad en la industria que ni el COVID ni sus miles de variantes han logrado perjudicar. 

Si bien Chile tiene 6 regiones de vino oficialmente declaradas, es posible encontrar vides desde Arica hasta lugares extremos en el sur, como Chile Chico y Chiloé. ¿Pero, cuántas vides hay realmente en toda la extensión del país? Según el último catastro del Servicio Agrícola Ganadero (SAG) y considerando vides destinadas para uvas viníferas a nivel nacional, existen cerca de 136 mil hectáreas destinadas al vino, y un poco más de 9 mil pisqueras en la tercera y cuarta región. 

Respecto a exportación, seguimos en el top 5 a nivel mundial, lista que encabezan España, Italia y Francia. Nada mal para ser un país en donde la industria parte varias décadas más tarde que en Europa. Recordemos que antes de la llegada de los españoles, no había una sola uva en el continente, ni pensar en Chile. En esta época se solía beber chichas de fermentos de granos y maceraciones de hierbas. Con la colonización en el siglo XVI, los españoles trajeron consigo varios esquejes de vides a América. Primero, para hacer vino y satisfacer sus necesidades básicas alimenticias (los españoles desde siempre han considerado el vino parte de su pirámide alimentaria), y, segundo, para el proceso de evangelización en nuevos terrenos conquistados. Así, vemos los primeros productos de importación de Europa, junto con los primeros católicos neófitos en tierras americanas. 

Como sabemos, el vino es de vital importancia en Chile, desde un nivel histórico y cultural, hasta económico. Es un producto que involucra procesos y cadenas de trabajo no menor. La cantidad infinita de puntos de contacto desde que brota la parra hasta que la botella de vino llega a la mesa de alguna familia en el mundo, es simplemente brillante y deja pequeños milagros de la modernidad como que una misma etiqueta se lea simultáneamente en una gran cata de negocios en Hong Kong, como en la sobremesa de una familia en Panguipulli. El vino es transversal y nunca está solo. Siempre hay una historia de por medio, una pena o anécdota. Todos tenemos nuestro favorito, y disfrutamos de su sencillez, admiramos su calidad y promovemos la etiqueta, transformándonos en embajadores de éste sin querer. Algo como un Influencer por accidente.

En Chile, por lo general, lo que más se consume, en referencia a alcohol, es cerveza. El vino aún trata de sobresalir en las estadísticas de consumo, pero aún no logra superar los 15 litros per cápita. Y, aunque hubo una crecida de ingesta de alcohol con el inicio de la pandemia, hoy las personas están ocupadas nuevamente en retomar sus vidas, incluyendo el regular la ingesta del alcohol en el día a día. Sin embargo, es notable destacar que el encierro ha invitado a leer, informarse y a apreciar los productos locales. Muchos también han integrado el vino como un alimento en el cotidiano, una copita que es parte del almuerzo, y ya no necesariamente para las fiestas. 



¿Qué vino se produce en Chile? 

La variedad más producida en territorio nacional es el Cabernet Sauvignon, rey de los tintos, seguido por un primaveral Sauvignon Blanc, al que se le suma el Merlot. El valle vitivinícola más grande en piso chileno sigue siendo Maule, imperioso con sus más variados estilos y tierra madre de un vasto territorio denominado Secano Interior, caracterizado por estar plantado con vides patrimoniales de uva País. Hay que recordar además que de los valles maulinos sale uno de los productos con denominación protegida en Chile: el famoso Asoleado, un vino dulce elaborado a partir de uva País o Torontel. En el norte, por otro lado, se encuentran el Pisco y el Pajarete, completando la lista de alcoholes protegidos en Chile, cada uno con sus reglas y estilos que maravillan al paladar.

Si se preguntan qué caracteriza a Chile en la industria del vino, les debemos confesar que no hay una respuesta única. La distribución de valles, sumado a los micro-climas y variedad de suelos son solo algunos de los factores que hacen del vino chileno algo tan especial. Chilito se ha caracterizado por su famoso Carmenere, caballito de batalla que no ha traído más que reconocimiento en otros países: además, esta cepa carga con una tremenda historia de redescubrimiento casual en los noventa. La variedad en sí es una delicia, un Carmenere encanta por su fruta roja, gran poder de envejecimiento y cómodo beber. Y queda mucho más que decir del vino en Chile! La costa bañada por el Pacífico, combinada con la corriente de Humboldt, permite el cultivo de variedades blancas que dan origen a vinos con perfil mineral, verde, expresivo y fresco, como también secos, dulces y burbujeantes. Lo que más ha dado de hablar desde hace ya algunos años son los vinos provenientes de lugares extremos, viñedos que parten como lotes experimentales a más de 1500 metros sobre el nivel del mar, hoy son apetecidos por los paladares con más trayectoria de la industria. ¿Y qué nos dicen del resurgimiento de los vinos en el cono sur? Desde un Cinsault de Itata a un Pinot Noir de Malleco pueden encontrar perfiles de sabor y aromas muy peculiares, con base mineral, con notas de fruta expresiva y elegante. Agradecemos el interés que ha surgido en el rubro local, agregando valor a los productores pequeños y sus cosechas únicas y limitadas.

Volvamos a los orígenes

Otros vinos que están dando que hablar hace unos años son los orgánicos y biodinámicos, aquellos que además de evitar el uso de pesticidas y fertilizante, trabajan con un concepto de sustentabilidad, guiados por el calendario biodinámico para definir sus actividades en el campo. Sumado a esto, aparecen cada vez más los particulares vinos naranjos y naturales, que, si bien fueron los primeros vinos en la historia de la humanidad, hoy vuelven a ocupar las cartas de vinos en los restaurantes más prestigiosos del país. 

Queda mucho por aprender y probar, pero contamos con la suerte de vivir en un país donde los vinos son accesibles para todos, y de calidades envidiables para el promedio internacional. Con tanto de donde elegir nunca se acaban las opciones para sorprenderlos mes a mes con su suscripción. SALÚ!

Chile, país de vinos.