Carmenere, la francesa radicada en Chile

Si nunca has probado un vino Carmenere, sugerimos que descorches uno y lo vayas degustando mientras te contamos una de las historias de variedades de uva más fascinantes del mundo del vino. 

Carmenere es una variedad tinta vinífera que se originó a partir del cruce de las variedades Cabernet Franc y Gros Cabernet, siendo esta última una variedad muy antigua de Burdeos, Francia. Durante el otoño las hojas de la parra adquieren un intenso color rojo furioso, característico de la variedad y un verdadero espectáculo de ver. En el pasado era una de las seis cepas permitidas para ser usadas en los ensamblajes elaborados en Burdeos, uno de los vinos más prestigiosos en la industria. Cuando todo pintaba para bien y Francia estaba en la cúspide con sus vinos, ocurre algo imprevisto, y que va a marcar la historia del vino para siempre: la Filoxera. 

La Filoxera es un áfido, y a simple vista pareciera un tipo de pulgón de planta. El ciclo de este bichito es fascinante y destructor. Las larvas recién nacidas son sumamente letales para la parra. Por lo general se puede detectar filoxera en las hojas de la vid, en donde forman agallas y además destruyen la fruta. Pero el verdadero campo de batalla ocurre bajo tierra, donde otro grupo de larvas está succionando la savia de la parra por las raíces, sometiendo así a la planta a una muerte lenta y silenciosa. Es una plaga que se propaga muy rápido ya que la reina es alada y puede moverse por varios kilómetros propagando su imperio. 

Filoxera es originaria de Estados Unidos y llegó a Europa a mediados del siglo XIX probablemente a bordo de barcos comerciales. Se dice que entra por Inglaterra, y luego por el puerto en España, propagándose rápidamente por el viejo continente y celebrando un festín con los viñedos que encontraba a su paso. Francia fue uno de los más afectados y sin dar crédito a lo que sucedía, recurrieron desesperadamente a diferentes tácticas para eliminar a la Filoxera, desde inundar los viñedos, aplicar veneno a las raíces, o simplemente arrancar la vid. Después de un tiempo dieron con la solución que hasta el día de hoy funciona: el injerto. Resulta que la vid americana sí era resistente a la filoxera, al parecer crea un tipo de defensa personal en sus raíces para evitar que este áfido lo consuma. Se plantaron vides con raíces americanas en Europa y en ellas se injertaron las europeas, y así se pudo levantar la industria nuevamente. Los viñateros en Francia recuperan sus viñedos con cepas clásicas como la Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec, Petit Verdot entre otras. Todas se recuperaron menos la Carmenere. Las frías primaveras, sumado a las lluvias de otoño y llegada temprana de invierno terminó desterrando a la Carmenere hasta su muerte y desaparición del mapa.

Antes que la Filoxera llegara a Europa, esquejes de Carmenere y otras variedades francesas viajan en el equipaje de diferentes personas que llegan a Chile en búsqueda de nuevos horizontes y aventuras, muchos de ellos eran enólogos, viñateros. La variedad se instala en viñedos chilenos junto al Merlot, una cepa similar a la Carmenere durante la etapa de crecimiento de la uva.  La similitud entre estas dos variedades hizo que los viñateros las mezclaran y embotellarán el vino bajo un solo nombre: Merlot. Pasan los años y la industria chilena con altos y bajos logra establecerse en la década de los ochenta gracias a la llegada de nueva tecnología e innovadoras técnicas de vinificación. 

El hito clave ocurrió en 1991 cuando un ampelógrafo francés llamado Claude Vallat se percata de que el Merlot chileno en verdad no era Merlot. Los estudios continuaron hasta que su joven aprendiz Jean Michel Boursiquot, quien participaba de un congreso de ampelografía en Chile, y luego de visitar viñedos en la Viña Carmen ubicado en el Valle de Maipo, se encuentra con esta particular variedad en cuestión. Después de unos años de estudios y análisis se confirma que la desaparecida Carmenere estaba camuflada como Merlot en los viñedos chilenos sin que éstos supieran. La noticia recorre el mundo y Chile se hace famoso. Carmenere es una sobreviviente y hoy una variedad que cuenta su historia en todos los libros de vino. 

A la Carmenere le gusta el calor, por eso en Chile la encontramos principalmente en valles cálidos como Maipo, Colchagua, Cachapoal y Maule. Es la tercera variedad más plantada en territorio nacional y una de las más apetecidas por turistas internacionales. Si bien la cepa es más conocida por ser de Chile, es China el mayor productor en la actualidad. Dato poco conocido por el grueso de la población, que provoca curiosidad y muchas preguntas en el mercado. Carmenere es una variedad a la que le gusta sufrir con un estrés hídrico, vale decir, poca agua en riego, y además se toma su tiempo para madurar, siendo la última durante la vendimia en ser cosechada, por ahí a fines de abril. 

El perfil aromático de un vino hecho con Carmenere es en primera instancia fruta roja madura, se delata la frutilla gorda, cerezas negras y frambuesas silvestres, pero lo más distintivo es el aroma verdoso, pimentón rebanado y notas especiadas. En boca el vino es por lo general seco, con gran acidez, fruta por doquier y voluminoso. Es un vino que marca presencia en el paladar y genera una atracción inevitable a acompañarlo con alimentos grasos, en donde la carne es la preferida por el consumidor.

Peumo en Chile uno de los lugares más prestigiosos para producir Carmenere, grandes íconos han nacido ahí y sus alrededores. La variedad tiene un tremendo potencial de guarda, siempre y cuando haya tenido un paso por barrica durante su estadía por bodega. Es importante saber que si vas a guardar tu botella por un tiempo sea en óptimas condiciones, vale decir: un lugar fresco, ojalá oscuro y botella acostada horizontalmente. 

¿Cómo servir un Carmenere?

La clave de disfrutar un vino en su esplendor es procurar que esté a la temperatura perfecta. Y esto es tanto para vinos económicos o más caros. Recordemos que el vino es un alimento, y debe ser servido correctamente para su mayor goce. Un vino Carmenere idealmente se sirve entre 16 a 18 grados de temperatura. Si no saben como medir esto, se deja una botella en el refrigerador una media hora antes de descorchar y listo. 

La copa más apropiada sería un clásico estilo burdeos. Evitar las copas que parecen globos y a cambio preferir aquellas que son más rectas y pequeñas. El motivo es para que los aromas se concentren y no escapen tan rápido. Si deciden descorchar un vino que ya tiene varios años esperando en la cava, recuerden su historia, brinden por ella, y la suerte de tener la oportunidad de disfrutar un sobreviviente como la Carmenere. ¡Salú!

 

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Carmenere, la francesa radicada en Chile