Bebiendo estrellas: Espumante, el hermoso brebaje de año nuevo (parte I)

Cada vez que escuchamos la palabra Champagne, se nos viene a la mente imágenes de celebración, alegría, Año Nuevo, cumpleaños, eventos etc. Las burbujas son señal de felicidad y de brindis, una tradición que ha estado presente por siglos en diferentes episodios del ser humano.

Antiguamente, el Champagne era considerado exclusivo de la realeza, sólo lo bebía gente con mucho dinero. Después de la Revolución Francesa y cuando la cabeza de Louis XVII rodara por la Plaza de la Revolución, el Champagne paso a utilizarse además de en ceremonias de nombramiento de reyes, para bautizar barcos, y sobre todo eventos especiales como el tan esperado año nuevo. Cuando las técnicas en la producción mejoraron, las burbujas se comienzan a propagar en el mercado y los precios bajaron; aunque si bien seguían siendo muy costosas para beber todos los días, la gente común y corriente, invertía en una botella para ocasiones especiales. Descorchar un champagne, era símbolo de abundancia y felicidad, hasta el día de hoy.

Hay un par de cosas que hay que aclarar. Todo aquel vino con burbujas no proveniente de la zona de Champagne en Francia NO puede ser llamado Champagne. Esta zona tiene el uso y derecho exclusivo en todo el mundo de usar la palabra Champagne en sus etiquetas. Los productores de esta región deben seguir una serie de requisitos, como lo es usar solo las uvas permitidas dentro de la regulación, por ejemplo: Chardonnay, Pinot Noir y Menieur, entre otras secundarias.

Y ¿qué pasa con los espumantes del resto del mundo? Bueno, dependiendo del lugar de origen es el nombre a utilizar, por ejemplo, en Francia mismo, espumantes producidos fuera de la zona de Champagne, son llamados Cremant; en Alemania, los espumantes son llamados Sekt, en Sudáfrica los llaman Cap Classique, y en Italia nos vamos a encontrar con nombres como Spumantes, y como dejar afuera un Cava español.  

¿Qué pasa en Chile? Aquí todo el mundo le llama Champaña a las burbujas, da lo mismo si es un Valdivieso, o un Moet & Chandon… Tranquilidad, no es un pecado, pero si es erróneo, y debemos acostumbrarnos a definir los productos por su nombre.

Moda

Hace un par de años que en Chile existe un crecimiento en el consumo de burbujas. Fue como un descubrimiento para los chilenos sobre todo en el grupo joven adulto. Hace 20 años uno pedía un pisco sour de aperitivo, y ¡Además almorzaba con el! Antes del postre ya el efecto del alcohol se notaba. Hoy en día el aperitivo es más variado, y los espumantes llaman la atención por su frescor, acidez capaz de despertar el paladar y activar la famosa endorfina.

No me atrevería a dar números de quien consume más espumante, si las mujeres o los hombres, pero sólo echando un vistazo en una terraza, hoy en día que las temperaturas están subiendo, se puede apreciar un claro favoritismo de quienes prefieren una copa de burbujas. No es negativo, todo lo contrario, demuestra un cambio en nuestra apreciación a un producto.

El vino espumante se llama así por la espuma que genera al servir una copa. Suena lógico, pero es preciso aclarar, además de eso, algunos detalles técnicos. ¿Cómo llegan las burbujas a la botella? ¿Las agregan o no? ¿Por qué un ejemplar es más caro que el otro? ¿Qué lo hace tan especial?

Retrocedamos un par de siglos, antiguamente los monjes eran los más experimentados en el proceso de elaboración de vinos y cervezas. Sin embargo, no sabían todo, y como en muchos otros casos, se descubrieron cosas por casualidad, más allá de inventarlas.

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