Ayelen Antich

Nuestra súper sommelier nos recomienda sus imperdibles a la hora de elegir un buen vino para degustar.

Signos de Origen, La Vinilla, ensamblaje de blancos: Chardonnay, Viognier, Marsanne y Roussanne, Viña Emiliana.

Este vino fue amor a primera vista, es la expresión pura del valle, de la gente que trabaja produciéndolo, de la filosofía orgánica y biodinámica que practican en sus campos, y sobre todo el sabor, ¡es exquisito! Tiene un no sé qué, en donde el primer sorbo es definitivamente el Chardonnay quien se impone, pero a medida que el vino avanza por tu boca, florece el Viognier, y te da esa cosquilla final frutal de la Marsanne y eroticidad del Roussanne. Es una mezcla con peso, volumen y frescor a la vez. No necesito nada más al lado de ella.

Neyén, Apalta, Valle de Colchagua, ensamblaje Carmenere y Cabernet Sauvignon.

Neyén significa Espíritu, y las uvas se obtienen de parras centenarias, desde lo más profundo de Apalta; por allá al fondo del valle, donde solo llegan los que saben. Es un tremendo abrazo entre una de las variedades íconos de Chile, Carmenere, junto con el patrón Cabernet Sauvignon. Al leer la etiqueta uno espera un golpe de taninos, pero al probarlo es un abrazo a tu lengua, hermoso, sedoso, gentil y elegante.

Añañuca, Viognier 100%, Domaine de Manson, Valle Choapa.

Al final de un Chanchos deslenguados, con manos vacías, y cuando ya todos estaban muy felices degustando vinos, descubrí este Viognier. Para muchos es una variedad desconocida, y hay que aprender a explorarla. En Chile está cada vez más presente, y lo que hizo Domaine de Manson es genial. Uvas en el Valle de Choapa, con poca irrigación, paisajes dantescos y un buen manejo del campo.

Gallardía Cinsault Rosé, Itata, De Martino.

La gente como que no le tiene fé a los rosados, dicen que es para mujeres y cosas así. Este ejemplar es una bofetada a todos aquellos que piensan erróneo del rosé. A simple vista es bajo perfil, limpio, brillante, sin mayor atracción en presencia; pero una vez que lo pruebas ya te acomodas en tu silla, y te dejas llevar por la amplitud de este vino. Seco, frutoso, con una acidez increíble, distinguido, y un final que te acaricia el paladar.

Pequeñas Producciones, Syrah, Casas del Bosque, Casablanca.

Amo este Syrah costero, no solo por lo increíble que es como producto, sino porque fue el primer acercamiento que tuve con el Valle de Casablanca hace unos 10 años. No sabía que un vino tinto pudiera ser tan fresco y con tanto carácter a la vez. Es tremendamente elegante, seductor, con una pinta negra violácea que deja al todo a la imaginación.

Ayelen Antich