Al rescate del Carignan

Es una de las variedades emblemáticas del secano interior Valle del Maule. Un patrimonio importantísimo de la identidad vitivinícola de Chile.

En todo el país hay 722 hectáreas plantadas de Carignan, lo que representa el 0,7% de toda la superficie de variedades tintas en Chile. Aunque son pocas, sus vinos ya están dejando huella para quienes buscan identidad y sentido de origen.

Su reconocimiento llevó a la creación en 2011 de una asociación de productores llamada Vignadores del Carignan, que bajo la marca VIGNO, han dado un marco regulatorio que define la características de sus vinos de manera similar a lo que ocurre en las apelaciones o denominaciones de origen que existen en Europa. Cinco años después, 14 viñas ya forman parte de este grupo que han transformado al Carignan en la nueva estrella de la viticultura chilena.

En el secano del Maule, particularmente en Loncomilla y Cauquenes, la calidad del Carignan ha sido reconocida por productores, público final y prensa especializada, tanto nacional como extranjera.

Aunque no hay certeza de cuando fue introducida exactamente, se cree que el Carignan llegó a Chile poco después del terremoto de 1939, que acabó con la ciudad de Chillán y muchos pueblos del sur del país.

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Por las características de sus vinos, de color profundo, intensa acidez y taninos potentes, pero rústicos, se pensó que el Carignan (o cariñena, como se le conoce en España) andaba bien para trabajarla con el País. Pero es probable que detrás de la decisión de importar esta variedad de origen mediterráneo y aragonés, no solo haya sido algo cosmético, sino la de aumentar la productividad de los viñedos de la zona.

La agrupación Vigno o asociación de “vignadores” del Carignan, es un grupo de viñas que buscan darle el prestigio que se merece la variedad. Las etiquetas de las botellas de Carignan llevan destacada la palabra Vigno  pero no es solo un tema de diseño. Quienes pertenecen a Vigno deben comprometerse a usar solo uvas que provengan de una zona geográfica delimitada, de parras de Carignan que tengan un mínimo de 30 años y los vinos deben tener al menos un 65% de la variedad, entre otras normas.

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