Al paso del tiempo, buen beber

¿No alcanzaste a terminar una botella de vino y te preocupa que se arruine? ¡No te alarmes!, aquí te contamos cómo guardar y conservar tu wine para que no pierdas ni una gota. 

Somos un club que es pa’ tomarse toda la botella, pero sabemos que a veces pasan citas y queda una que otra abierta y a medio terminar. Ya sea porque te llamaron para salir, o simplemente porque querías una sola copita para acompañar alguna comida. Es más común de lo parece. Pasan los días y, cuando decides volver a beber una copa de la botella olvidada, te cuestionas si ese concho aún sigue digno. Atención que, en las siguientes líneas damos los tips más bacanes para conservar el conchito como si estuviera recién estrenado. 

Lo primero: ¿Cómo guardar la botella de vino una vez abierta?

Independiente si la botella es con corcho o tapa rosca, es vital que la tapen con el mismo al ser guardada, y bien sellada. Lo que buscamos es que no entre más oxígeno a la botella. Este elemento es como un personaje con dos caras. Por un lado, es el que aporta oxigenación, abriendo el vino a sus sabores más profundos y dotándolo de una experiencia aromática de únicos aromas. Eso sí, este proceso ocurre solo en el momento de consumo. Hay vinos que necesitan más tiempo para abrir que otros, sobre todo los más complejos, ya sea tintos o blancos. Incluso existen herramientas que ayudan a acelerar el proceso de oxigenación como los decantadores o, también, los oxigenadores, válvulas que se ajustan a la botella y separan al vino al pasar por ellas. Los centellinos entran en esta categoría igualmente. Se definen como mini decantadores que operan ajustándose al cuello de la botella y sirviendo el vino en dos tiempos. 

Por otro lado, tenemos la cara antagonista del oxígeno, el indeseado, el que no queremos que entre a nuestra botella una vez guardada, dado que va a acelerar y transformar los aromas y sabores frutales logrados a algo más oxidado, un poco picoso y que puede llegar al vinagre.  

Entonces, para evitar este mal rato, lo más fácil es cerrar bien la botella y procurar almacenarlo en un lugar fresco, una cava de vino es ideal. También sirve el refrigerador, o el lugar más fresco del hogar, mejor si es a oscuras. No se te vaya a olvidar la botella al lado del horno o el calefactor encendido, ya que el calor tiende a arruinar el vino (al menos que sea intencionado beber un vino tibio). En general, independiente de que sea un vino blanco, rosé, espumante o tinto, todos pueden quedar en el refrigerador, que es lo ideal. Los espumantes pueden ser guardados con un tapón especial para mantener la efervescencia. Los encuentras en tiendas de vinos o incluso en supermercados grandes. Si no cuentas con esta herramienta, busca un buen corcho de botella clásica. Ojo que el típico método de usar una cuchara, que introducen en el cuello de la botella del espumante no sirve, solo se trata de un mito muy antiguo y lo único que logra es perder las burbujas aún más rápido. 

The ultimate question: ¿Cuánto dura un vino abierto?

Una vez tapado el vino, y resguardado en un lugar fresco y tranquilo, el tiempo que tenemos para terminar de beber su contenido varía según el propio estilo del vino. Los blancos, por ejemplo, mientras más ligeros y jóvenes sean (es decir, no con más de 4 años desde la cosecha), varían entre 2 a 3 días

¿Qué pasa si llega el día 4 y me lo quiero tomar? No pasa nada, pero debes considerar que, mientras más días pasan, se pierden las propiedades y características propias del estilo del vino. Por ejemplo, un Sauvignon Blanc de Casablanca 2021, elaborado con características clásicas del valle como acidez elevada, gran carga aromática cítrica, herbal, fresco y liviano, se aprecia mucho más al consumirlo en el momento de abrir o, en su defecto, un par de días después, pero no más, ya que no resaltan las notas que lo hacen único.

Los vinos blancos más complejos, vale decir, aquellos que tuvieron paso por barrica, ya sea al 100% o parcial. Incluso hay veces en que la variedad, dentro de los blancos, juega un rol importante, como el Chardonnay y Viognier, que tienden a aguantar mejor el paso del tiempo. Para estos vinitos, lo ideal es disfrutarlos entre 2 a 4 días máximo una vez abiertos. Puede parecer lo mismo, pero hay un margen de mayor aguante que los demás. 

Los vinos rosados y anaranjados también son mejor aprovechados cuando se beben pronto, hasta 2 días después de abiertos. 

En el caso de los espumantes, el consumo se recomienda de un día para otro, máximo 2 días, siempre y cuando se mantenga tapado con un buen tapón especial para espumantes y refrigerado. ¿Y qué pasa si ya no tiene burbujas? Funciona como vino blanco y sigue en condiciones de ser bebido, o para un cóctel. Acá nada se pierde. 

Los tintos tienen un margen mayor de aguante en el tiempo, aunque también dependen del estilo de cada uno. Por ejemplo, los tintos ligeros, como un Pinot Noir, o Garnacha, tienden a aguantar de 2 a 4 días. No así los tintos con gran cuerpo, como un Carmenere, Cabernet Sauvignon o Blend, que a veces llegan a saber mejor de un día para otro. Estos aguantan hasta 4 días en perfectas condiciones

Hay una sección de estilos de vinos que son los que más aguantan y son (redoble de tambores) los dulces y fortificados, que bien sellados y en un lugar frío, ojalá refrigerado, aguantan varias semanas y siguen siendo una perfecta delicia.

Claro que hablamos de estándares generales, pero considerando que cada vino es diferente y los paladares varían en sus gustos, el sabor de evolución forzada no siempre es apreciado. Además, está sujeto a la forma en que dicho vino reacciona en guarda.  Por ejemplo, hay vinos naturales que tienden a aguantar menos, adoptando perfiles completamente diferentes luego de 2 días, más salvajes y ariscos, caso que se repite con vinos naranjas

No olvidemos que, de todas maneras, existen vinos que demandan mucho tiempo de oxigenación. Usualmente se trata de tintos con gran cuerpo, provenientes de valles cálidos. Para ellos se requieren horas de decantación antes de beber y disfrutar su sabor y aroma en la máxima expresión. 

Lo más importante es conocer los límites de cada vino, tanto como la forma particular en que evoluciona cada uno. Un buen experimento es abrir una botella, catándola día a día, hasta determinar el plazo en que quedaría mejor para cocinar. Poner  a prueba el aguante de cada uno, además de divertido, te ayudará a entender mejor la guarda de los vinos y tus preferencias en sabor y aroma.

Menos mal que los botellines de HelloWine se presentan en una medida perfecta, donde rara vez se deba recurrir a guardarlo para el otro día. Aunque ahora ya sabemos que hacer en caso de emergencia. ¡SALÚ!


 

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