A propósito del frío
Si bien en la capital de Chile no está autorizado el uso de combustiones a leña para la calefacción, hay varias ciudades del sur que aún utilizan este sistema como calefacción preferida. Y es que con la lluvia cayendo por la ventana, el cielo cerrado de nubes, un vinito y el calor incomparable de la leña…uf.
Este frío nos inspiró a pensar en la leña no solo como calorcito en el frío ni sombra en el verano, sino que como ingrediente en la fabricación de cerveza. ¡¿Qué?!
Sí, leyeron bien: chela y leña.
La historia toma lugar en Valonia, un pequeño pueblo de Bruselas, donde aún conservan la tradición, que surgió en 1765, y se erigen como la única cervecera en el mundo en seguir usando esta técnica.
¿Cómo entra la leña en el proceso de la cerveza? Les contamos.
24 horas previo a iniciar la elaboración, la cervecera Caracole, empiezan a echar leña al fuego, que tiene como fin calentar una gran tinaja con más de 100 litros de agua. Está, al llegar a su temperatura ideal, recibe el grano que, con el calor, se carameliza a paso lento, pero seguro, dotando a esta cerveza de un color profundo y llamativo.
Cumplido este proceso de infusión, se pasa a otra tinaja donde son añadidos los lúpulos de origen belga, americano y de algunos países de la zona este del mundo.
Para crear dichas delicias se necesitan 750 kilos de cereal y de 3 a 9 kilos de lúpulo, más los 2 metros cúbicos de leña para mantener vivo el fuego.
Finalmente, es tiempo de los fermentadores que con más de 40 hectolitros de levadura aportan esa sensación alcohólica que tanto nos gusta de la chela.