Es un privilegio ser protagonista de los últimos cambios que ha estado experimentando el vino chileno. Los productores que apostaron por las viejas viñas en los valles del Maule e Itata y nuevas plantaciones hacia zonas de mayor de altura en la Cordillera de los Andes, son algunos ejemplos que han llamado la atención de periodistas y críticos, nacionales y extranjeros, que han puesto a nuestro país en un vitrina que se renueva permanentemente con vinos muy interesantes y un gran sentido de la originalidad. Aquí algunos datos para seguirle la pista a la escena actual de nuestros vinos.

Nuevas generaciones de enólogos

Fresquito. Acaba de salir recién el informe de Tim Atkin, Máster of Wine y reconocido crítico de vinos inglés. En su reporte eligió como enólogo joven del año a Leo Erazo (de Rogue Vine y A Los Viñateros Bravos), quien ha trabajado con mucha pasión y excelentes resultados los viñedos en el Valle del Itata. A Erazo se suman Rafael Urrejola de Undurraga y Camilo Rahmer de Sierras de Bellavista y Tres Palacios, por nombrar algunos. Generación que impulsa los cambios.

El pipeño se consolida

El pipeño es un vino tradicional del campo chileno. Está muy arraigado a la cultura regional y productores artesanales. Tinto o blanco su elaboración y consumo se daba durante la temporada y se bebía la mayoría de las veces para apagar la sed. El tinto resulta un vino ligero, refrescante y tiene como base la cepa País. Hoy los vinos con menos alcohol se imponen y el pipeño tiene ese estilo. Louis-Antoine Luyt es el pionero y luego le siguieron Roberto Henríquez, David Marcel, otro francés que vive en Chile y propietario de la viña .

El boom de los pequeños proyectos

Con el nivel y la cantidad de proyectos que salen al mercado, cada vez se hace más difícil seguirle la pista a las novedades del vino chileno. Muchos de estos emprendimientos están asociados a enólogos que trabajan en viñas grandes, pero que experimentan con sus propios vinos. Uno de los más recientes es Beso Negro ( 50% Petit Verdot y 50% Petite Sirah), un pequeño proyecto que lidera el ex-enólogo de viña Casas del Bosque Grant Phelps. Está también LOF de Germán Lyon (Viña Pérez Cruz), Moretta Wines (con Natalia Poblete de Viña Casa Bauzá y María José Ortúzar de Santa Rita) que tiene pequeñas producciones de Cinsault y Carignan y Colectivo Mutante, que lanzó hace menos de seis meses un Pedro Ximenez del Limarí.

El avance de las cepas no tradicionales

Escondidas en viejos viñedos del Maule, Itata y Bio Bio, cepas como el Cinsault, el Carignan, el País y el Moscatel, han visto un despegue valorado por críticos y consumidores. Representan menos del 10% del viñedo plantado en Chile, pero se imponen con un auténtico sentido de origen. De hecho el Carignan tiene una agrupación que se llama VIGNO, que busca respetar las viejas parras del Maule y su denominación de origen. Busquen Carignan y País en las cartas de vinos de bares y restaurantes.

Los valles del sur

Algo que definitivamente cambió el rumbo en la escena de los vinos chilenos fueron los valles de la zona centro-sur. Estamos hablando de Maule, Itata y Bíobio. El redescubrimiento de viejos viñedos de País, Carignan, Semillón y menor medida del Malbec, revalorizó la vitivinicultura del secano interior y el trabajo de pequeños productores de uva de esas zonas campesinas. Una vuelta hacia el origen, paradójicamente visto por otros como innovación. Los casos de Manuel Moraga con sus pipeños Cacique Maravilla y de Roberto Henríquez con Santa Cruz de Coya (País) y Rivera del Notro (Semillón-Moscatel-Corinto) nos muestran el lado más auténtico de nuestra vitivinicultura.

La unión hace la fuerza

La pasión los une. Se agrupan para mostrar nuevos vinos y marcan tendencia. A pesar que los grandes son los que dominan el mercado, los miran de reojo como una manera de entender los nuevos gustos del consumidor. MOVI es uno de ellos (Movimiento de Viñateros Independientes), quienes irrumpieron el 2009 en una aburrida escena de vinos nacionales. Hoy suman 32 productores, un grupo consolidado que muestra la gran diversidad de Chile. El Carignan tiene a VIGNO o asociación de “vignadores” del Carignan, un grupo de viñas que buscar darle el prestigio que se merece la variedad. Chanchos Deslenguados es un evento de vinos alternativos y productores independientes que, aporta a la diversidad, llegando directo a un público que aprecia el origen y la identidad de cepas. Sin quererlo se transformó en un movimiento underground.

El estilo brut se impone en los espumantes

El mundo de las burbujas es amplio, pero es el estilo brut el que finalmente terminó por imponerse en bares, restaurantes y terrazas. Estos se dividen de acuerdo al grado de azúcar que tengan o el tipo de uvas con el que fueron elaborados, entre otros aspectos. Los brut son la tercera categoría, con menos de 12 gramos de azúcar por litro. Son espumantes secos, fáciles de beber. Descorchar y disfrutar. ¿Se imaginan? ¿Llegar después del trabajo y refrescarse con burbujas?

El rosé como aperitivo

Durante décadas, los vinos rosados eran considerados como una alternativa de baja calidad. Con suerte, los mejores se obtenían de la sangría durante la elaboración de vinos tintos. En los últimos cuatro o cinco años surgieron bodegas que comenzaron a elaborar vinos rosados pero pensándolos no ya como un derivado de los tintos, sino concibiéndolos desde el mismo viñedo. Pasamos de un estilo de vinos dulzones y sin carácter a exponentes con colores más sobrios, secos en boca, ligeros y con buena acidez, más cerca de los rosados que se elaboran en la Provence.