10 quesos para probar con tu vino favorito
El queso es uno de los alimentos más antiguos del mundo y cuenta, junto con el vino, con una gran variedad de combinaciones. Lo más importante en la búsqueda de estas combinaciones es que ninguno de los dos debe imponerse al otro. Les dejamos algunos maridajes para compartir en cualquier época del año.
Garnacha con Manchego
Combinar un queso regional con un vino de la zona es casi una garantía segura, como estos dos exponentes de España: la Garnacha como una variedad muy asociada al terroir de ese país y el Manchego, queso elaborado con leche de oveja y protegido por una denominación de origen en La Mancha.
Sauvignon Blanc y Chardonnay del Limarí con queso de cabra
El queso de cabra del Limarí es uno de los tesoros gastronómicos de la región. La zona es apta para la crianza de cabras que se alimentan de arbustos y pastos secos. Los quesos que se obtienen son de distintos tipos: naturales, ahumados, frescos y condimentados (orégano y merkén, por ejemplo). La acidez de los vinos del valle y sus notas salinas son excelentes acompañantes.
Cinsault, País y Carignan con mantecoso
Los tres tipos de vino, de media estructura, sin exceso de taninos y con marcada acidez, son capaces de limpiar la grasitud que nos deja el queso en el paladar. Los sabores a frutas rojas se llevan bien con las notas lácticas, grasas y amentequilladas del mantecoso, un queso de leche de vaca de origen sureño, pero que se elabora también en distintos lugares de la zona central.
Espumante y Comté
El Comté es un queso francés con denominación de origen, que viene de la región del Jura. Es de pasta dura a base de leche de vaca cruda. Una de sus características es que tiene un retrogusto dulce. El Comté maduro es algo más fuerte, salado y concentrado. Con las burbujas del espumante se transforma en una combinación imperdible.
Pinot Noir y Camembert
El Camembert es uno de los quesos más famosos de Francia. Tal y como lo conocemos existe hace más de 200 años. La campesina Marie Harel, del pequeño pueblo de Camembert, en la Normandía, consta como inventora al elaborarlo en 1791. Prueben esta delicia de pasta blanda junto a una rebanadas de pan Baguette y unas copas de Pinot Noir.
Riesling y quesos fundidos
El queso fundido y los platos preparados con queso fundido se elaboran en todas las regiones de Alemania y el Riesling es, por supuesto, uno de los mejores vinos para acompañarlos. El Riesling es una cepa blanca que se originó en Alemania y en la región francesa de Alsacia. Este tipo de queso existe, además, en distintas formas, tamaños y envoltorios y contenidos en grasas muy variados.
Rosé y Mozzarella di bufala
La mejor es de leche de búfala, pero su gran demanda ha llevado a que se elabore también con leche de vaca. Tiene un sabor suave, redondo y algo agrio. La mozzarella se usa bastante como aperitivo, junto a una porción de jamón crudo, aceite de oliva, pimienta y sal de mar. La acidez, la fruta simple y el frescor de un rosé liviano es una de las mejores alternativas para disfrutar las últimas tardes veraniegas.
Espumante y Parmesano reggiano
El nombre del Parmesano se construye a partir de los gentilicios de las provincias de Parma y Reggio Emilia. Es, quizás, uno de los quesos italianos más recordados del mundo. Tiene una corteza aceitosa y la pasta es de color amarillo, dura y granulada. En Santiago se pueden encontrar varias etiquetas de Prosecco, el vino con burbujas italiano, que sería el ideal para acompañar un trozo de parmesano, de lo contrario la alternativa es un espumante brut o extra brut.
Syrah y gouda ahumado
Si bien es de origen holandés, el gouda también se encuentra extendidamente en Alemania. La variante ahumada encuentra equilibrio con el Syrah, especialmente aquellos que transitan entre las notas especiadas y algo más ahumadas. Una conexión no habitual, que vale la pena experimentar. El gouda ahumado puede encontrarse en algunas queserías o en supermercados más gourmet.
Sauvignon Blanc y quesos frescos
Es muy común en nuestra dieta diaria incluir el queso fresco de leche de vaca. Es muy sano y generalmente se acompaña de tostadas en el desayuno. Algunos quesos frescos más artesanales son excelentes como aperitivo: un poco de sal de mar, aceite de oliva y pimienta y un par copas de Sauvignon Blanc del año para arrancar una comida en casa.